Herpes Zoster

Es la reinfección producida por el virus varicela-zoster.
El virus se adquiere por primera vez en la infancia produciendo el cuadro denominado varicela o peste cristal.
Esta enfermedad se resuelve espontáneamente entre el día 5 y 15 de su evolución, sin embargo el virus no abandona nunca más al paciente, quedando en forma latente en los ganglios paravertebrales.
Posteriormente, a raíz de una inmunodeficiencia relativa (caída de las defensas), el virus puede reactivarse y migrar a través del nervio craneal o intercostal, ya no en todo el cuerpo sino que a un área de configuración lineal en el tronco, en la cabeza o en alguna extremidad.

Síntomas

Las lesiones cutáneas que son características, generalmente son precedidas por varios días de dolor neurálgico, tipo quemadura o puntada, frecuentemente confundidos por dolores por lesiones traumáticas, dolor de cabeza de otro origen o de algún desgarro muscular.
Posteriormente, aparecen lesiones de color rojo, en cuyo centro se localizan varias vesículas (lesiones de 1 a 3 mm), llenas de líquido claro, agrupadas formando racimos, y distribuidas linealmente sobre el trayecto de un nervio.
Las lesiones con el curso de los días se van extendiendo y confluyendo; el contenido de las vesículas se torna turbio para posteriormente formar costras y finalmente caer, dejando cicatrices hipopigmentadas o blanquecinas.
El herpes zoster también puede afectar a los niños, donde el cuadro es generalmente asintomático, sin dolor y muy bien tolerado.
En las personas de edad, sin embargo, el dolor es intenso e invalidante el que incluso puede durar semanas o meses después que se ha curado, esta es una complicación denominada neuralgia postherpetica.

Tratamiento

Será con medicamentos antivirales específicos, (aciclovir y valaciclovir), los cuales son efectivos en acortar la duración de la enfermedad y en prevenir la aparición de la neuralgia postherpetica; este tratamiento debe ser realizado en los primeros días de aparición del cuadro clínico.
Deberá establecerse la causa de la inmunodeficiencia que permitió la reactivación del virus, la que puede ser un estrés severo, una exposición excesiva al sol, otra enfermedad debilitante, o inclusive una enfermedad maligna subyacente.

Las personas que tienen una inmunodeficiencia severa, como por ejemplo las afectadas con SIDA, hacen una enfermedad mucho más grave, con lesiones ulceradas, o diseminadas por varias partes del cuerpo, e incluso con compromiso de órganos internos.

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