Dermatitis Atópica

Es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que se desencadena por diversos factores precipitantes, sobre un paciente con predisposición genética.

Síntomas

  • Prurito muy intenso (picazón).
  • Lesiones de prúrigo (rascado).
  • La liquenificación.
  • Las lesiones eccematosas.

Las lesiones y su localización varían según la edad de los pacientes:

  • Período lactante: lesiones eritematosas y vesículo -exudativo- costrosas; predomina el compromiso de mejillas y cuero cabelludo (pueden extenderse al resto de la cara, pero habitualmente respetando el triángulo nasolabial). En lactantes mayores se observa también compromiso de tronco y caras extensoras de los miembros.
  • Período preescolar y escolar: piel seca y el prurito intenso son los elementos más característicos. Las lesiones se localizan predominantemente zonas de flexión, nuca y el dorso de las manos y los pies; las lesiones faciales, características del período de lactante, suelen curar o hacerse menos intensas, salvo en la región perioral.
  • Período adolescente: piel seca sigue siendo una constante, principalmente durante el invierno. Las lesiones afectan preferentemente la cara (frente, párpados, zona perioral), la nuca, el tórax, los hombros, las fosas antecubitales, los huecos poplíteos y el dorso de las manos.

Etiopatogenia

  • Individuos con una predisposición genética especial.
  • Anomalías inmunológicas.
  • Bacterias, virus, sustancias irritantes, alergenos inhalados como los ácaros de polvo, pólenes, o alergenos alimentarios.
  • Factores psicológicos y sociales pueden activar la sintomatología cutánea.

Sequedad cutánea y dermatitis atópica

La piel presenta un aspecto de sequedad tanto en las fases activas como en las remisiones.

El defecto básico pueda consistir en una alteración del metabolismo de los lípidos epidérmicos que provocaría una pérdida transepidérmica de agua y una alteración de la función barrera, facilitando la penetración a través de la piel de alergenos ambientales, virus y bacterias.

En la piel atópica se aprecia una importante reducción de la secreción sebácea.

Bases del tratamiento de la piel atópica

  • Restauración de la barrera epidérmica, mediante la utilización de sustancias emolientes, las cuales forman una capa oleosa en la superficie del estrato córneo que retiene el agua.
  • Productos humectantes, que son sustancias similares a los factores humectantes naturales que retienen la humedad.
  • Sustancias semioclusivas que reduzcan las pérdidas acuosas por evaporación, aumentando la de las capas directamente subyacentes.
  • Agentes oclusivos, la vaselina.
  • Los humectantes, la glicerina, el ácido láctico y la urea.

Recomendaciones para los pacientes atópicos

  1. Aseo y cuidado diario de la piel, evite los baños prolongados con agua muy caliente.
  2. Use jabón neutro.
  3. No use esponjas para jabonar la piel, use sólo las manos en forma suave evitando las zonas cutáneas más inflamadas. Jabonar solamente zonas de pliegues.
  4. Seque con suavidad su piel por palpación, evitando su fricción.
  5. Aplique la crema o ungüento indicado por su médico en los tres minutos posteriores al secado, esto evita la evaporación.
  6. No aplique polvos talcos y/o colonias.
  7. Evite usar ropas de lana o de material sintético, prefiera prendas de algodón. Sacar etiquetas a la ropa. El calzado debe ser de cuero o de tela.
  8. No exponerse a mucho calor o frío.
  9. Evitar el lavado de ropa con detergentes con níquel, al igual que el uso de suavizantes; preferir los jabones de barra sin colorantes y optimizar el enjuague de las prendas.
  10. Fomento de la lactancia materna exclusiva en los lactantes.
  11. Se recomienda suspender solo los alimentos que “potencialmente” pudieran ser más alergizantes (maní, chocolate, lactosa, frutos secos, pescados, mariscos, huevos, fresas y alimentos con muchos colorantes).
  12. Se debe evitar el rascado de las lesiones, ya que esto aumenta las lesiones y se pueden infectar. Mantener las uñas limpias y cortass para evitar infecciones y lesiones al rascarse.
  13. Airear la casa cada día y no abusar de la calefacción en invierno, los cambios bruscos de temperatura pueden desencadenar un brote.
  14. Se recomienda aspirar la casa en lugar de barrer y evitar todo tipo de tejidos que favorezcan la retención de polvo, especialmente en los dormitorios (alfombras, peluches, etc.).

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn